El Quito de mediados del siglo XX crecía con premura y, en respuesta, el Cabildo debía adecuar la ciudad para las nuevas necesidades ciudadanas como vías, seguridad y ornamentación. En este contexto, para 1964, el Municipio decidió ampliar una de las arterias principales de la ciudad, la Avenida Colón. Este proceso debía contemplar la expropiación y una de las propiedades afectadas fue el Museo de Jacinto Jijón y Caamaño en la Circasiana. Los documentos del Archivo Metropolitano de Historia nos cuentan lo que sucedió en aquella época y revelan la importancia de mantener un equilibrio entre el progreso de la ciudad y el respeto por el arte y la cultura.

El 12 de septiembre de aquel año se notificó a los herederos de Jacinto Jijón y Caamaño, María Luisa Flores de Jijón y Manuel Jijón Caamaño, que una extensión aproximada de 486 metros cuadrados de la Casa de la Circasiana fue declarada de “utilidad pública”, por lo tanto, debe ser desalojada urgentemente. Este espacio correspondía al Museo de Jacinto Jijón que albergaba toda la colección adquirida por el ilustrado a lo largo de su vida, dicho fondo fue donado por sus herederos a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. La Universidad albergaría todas las obras en un edificio especializado para ello; sin embargo, la construcción aún no estaba terminada y, mientras tanto, las obras no debían moverse de su lugar actual.

Debido a la premura por ampliar la calle Colón, el Municipio ofreció a la PUCE los locales del tercer piso del Ilustre Concejo. Sin embargo, la Universidad conformó un grupo de especialistas para determinar cuáles debían ser los procesos adecuados. Los técnicos determinaron que los locales del Concejo no eran apropiados para la conservación de las obras y que la colección de arqueología sería la más perjudicada con los trasladados, tal así que podría comprometerse un 20% de su estado de conservación.

Por todo ello, el Rector de la PUCE de la época Luis E. Orellana, S. J. con base en el informe de los técnicos, determinó que la colección de arqueología permanecerá en La Circasiana en la parte de la construcción que no se verá afectada con la ampliación. La PUCE se encargó de construir un muro divisorio para que la arqueología permanezca protegida dentro de la casa, mientras se efectúa la expropiación. Todo ello mientras la construcción nueva esta lista, en cuanto a la parte artística y colonial se ubicaría momentáneamente en un salón del antiguo Seminario Menor.

El Concejo y la PUCE concordaron en la importancia de entregar esta obra de ampliación de la vía “anhelada por la quiteñidad toda” pero cuidando el patrimonio artístico comprometido. El Rector de la Universidad resaltó que al salvaguardar este patrimonio histórico “está cumpliendo con su deber ante la Patria, la cultura nacional y la ciudad de Quito”. Cada espacio de la ciudad es un testimonio vivo de su historia y progreso, a través de los documentos se puede evidenciar la evolución de la ciudad y todo lo que esto implica como la permanencia de tradiciones, la evolución de saberes y la apreciación del arte.

Imágenes: 

1.- Secretaria Municipal, 1964. Oficio dirigido a Gonzalo Pérez Bustamante, Presidente del Ilustre Concejo Municipal, firma Fernando García Gómez.

2.- Secretaria Municipal, 1964. Oficio dirigido a J. M. Jijón Caamaño y Flores, firma Jaime Mantilla Mata,

3.- Secretaria Municipal, 1964. Oficio dirigido a Jaime Mantilla Mata, firma Luis E. Orellana, S. J. Rector de la PUCE.

4.-Secretaria Municipal, 1964. Oficio dirigido a Jaime Mantilla Mata, firma Luis E. Orellana, S. J. Rector de la PUCE.

5.- Secretaria Municipal, 1964. Plano de la línea de fábrica de la propiedad de la familia Jijón en la calle Colón.

 

 



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