El Metro llegó a Quito

Quito vive hoy uno de los hitos más importantes en cuanto a la movilización: la inauguración del Metro. Este sistema de transporte subterráneo significa un gran beneficio para el rápido traslado de los ciudadanos de un lugar a otro y la descongestión vehicular. Después de haber recordado todo lo referente a la apertura y manutención de los caminos de Quito y sus alrededores, esta semana hablaremos de la evolución de los sistemas de transporte desde los más rudimentarios hasta los modernos. Los documentos del Archivo Metropolitano de Historia dan cuenta de la preocupación del Cabildo por el cumplimiento de las normas que rigen el adecuado funcionamiento de los vehículos públicos y privados.

Los primeros medios de transporte en Quito, después de los animales de carga, fueron las carretas haladas por caballos. Fue en el año de 1901 cuando llegó el primer automóvil a Quito que alcanzaba una velocidad de 20 km/h, no fue sino hasta 1906 que se instaló la primera agencia de automóviles “La Veloz”. Con el incremento de los automotores en Quito, el Cabildo reglamentó su circulación bajo ordenanza en la que se detallan las reglas que se deben seguir.

Dicha ordenanza consta en la Gaceta Municipal de 3 de abril de 1914, Nª 34, contiene doce artículos y una disposición transitoria; fue aprobada por el Concejo el 20 de marzo de 1914. Entre las normas a cumplir se detalla que el Comisario de Policía debía extender un certificado de perfecto funcionamiento de los vehículos, después de que estos se hayan inspeccionado meticulosamente, en este documento debe constar el nombre y domicilio de su dueño. Además, los talleres de mecánica debían revisar el uso de un sistema de seguridad para evitar que los autos patinen, a más de bocinas y pitos en buen estado para alertar su paso. A pesar de que estos automóviles podían llegar a una velocidad de 20 km/h, el Cabildo determinó que la máxima reglamentaria es de 5 km/h, la multa por incumplimiento era de 20 sucres y un día de prisión.

Este mismo año de 1914 llegó a Quito el tranvía eléctrico, un adelanto en el servicio del transporte masivo, esto revolucionó la vida de los quiteños. El Cabildo publicó en la Gaceta de 31 de octubre, Nº 43, el reglamento provisional para el tráfico de tranvías que se aprobó en sesión de Concejo el 29 de octubre. Este reglamento consta de 18 artículos entre los que se determina que los carros del tranvía deben estar en perfecto estado para resguardar la vida de los pasajeros, el conductor debía pasar por una prueba de manejo.

Uno de los beneficios más visibles de este medio de transporte fue su capacidad para albergar a 50 pasajeros, por ello, debía cumplir todas las normas de seguridad, higiene y buen funcionamiento. La línea del tranvía recorría desde la parroquia Alfaro hasta la Benalcázar y atravesaba toda la Colón. El costo por recorrer toda la extensión, o una parte, era de 10 centavos por persona y el precio de carga era de 15 centavos por quintal.

El mayor cambio de este medio de transporte fue la velocidad permitida de circulación, en el reglamento se especifica que puede llegar hasta 15 km/h; es decir, el triple de velocidad que se permitía a los autos en ese mismo año de 1914, la multa por incumplir este rango fue de 10 a 50 sucres. El día de hoy se percibe una similitud con el Quito de 1914, la llegada del tranvía de aquella época se asemeja a la llegada del Metro hoy, ya que, este recorrerá la ciudad tres veces más rápido que los otros medios de transporte.

El Metro significa un hito en la historia de la movilidad de Quito, es un gran beneficio y un sistema de transporte que cambiará la cotidianidad de la ciudad. Históricamente, otros hitos en la movilidad fueron la llegada del tren en 1908, el arribo del primer avión en 1920, el primer sistema de buses en 1930, el sistema integrado de Trolebús en 1995, al que siguieron el sistema de buses articulados o Ecovía y la Metrovía que en suma significaron una gran revolución en el ámbito de la movilización. Otra revolución está por iniciarse: el Metro de Quito, un servicio a la ciudadanía que debe ser aprovechado y conservado en beneficio de la ciudad y sus habitantes.

 

 

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