La utópica abolición de la esclavitud

La promesa del fin de la esclavitud llegó junto con la República en 1822, ambos bandos ofrecieron liberar a los negros esclavos que ingresen como soldados; sin embargo, este ofrecimiento no se vio cristalizado sino hasta mediados del siglo XIX en la, aún reciente, República del Ecuador. A pesar de esto, algunos personajes como Vicente Aguirre sí se involucraron en el cumplimiento de esta oferta.

Aguirre fue un militar quiteño que llegó a ser la mano derecha de Sucre y ocupó cargos como Coronel de Milicias e Intendente Interino del Departamento del Sur. La cercanía entre Aguirre y Sucre fue tal que lo asistió en importantes eventos, incluso personales, como la administración de sus bienes en la ciudad de Quito, la compra de la casa[1] que habitaría el Mariscal años después (para lo cual Sucre envío desde Bolivia 16500 pesos) y, sobre todo, lo representó en su matrimonio por poderes con la Marquesa de Solanda Mariana Carcelén y Larrea.

Vicente Aguirre en el ejercicio de su cargo decretó algunas leyes para mejorar la vida de los esclavos. Entre ellas la conformación de una Junta de Manumisión y la orden de considerar como libres a los niños, hijos de esclavos, que han nacido desde el día 25 de mayo de 1822. Es decir, después de la victoria del bando patriota en Pichincha. Al pasar los años, los documentos nos demuestran que las leyes no se cumplieron, la promesa de libertad no fue para todos, los niños que nacieron un día antes de la Batalla seguirían siendo esclavos y muchos, como Jacinta Arboleda, tuvieron que luchar jurídicamente por su libertad sin recibir respuesta.

[1] Actualmente Museo Casa de Sucre, ubicada en las Calles Venezuela y Sucre.

Escribe un mensaje