El mariscal de los Reyes Diego de Almagro quien fundó la ciudad de Santiago de Quito el 15 de agosto de 1534, instauró a “treinta leguas” otro pueblo el 28 de agosto: la Villa de San Francisco de Quito. El fundador debía estar facultado para ello y la ceremonia era registrada detalladamente en un acta: documento escrito que daba testimonio del hecho jurídico y representaba el instrumento material legitimador del dominio español y el nexo entre la metrópoli (España) y la nueva urbe.

Esta nueva fundación formó parte del proyecto de expansión y evangelización de la Corona española en tierras conquistadas. Con la conformación de villas y luego ciudades se originaron los cabildos, ayuntamientos o municipios; por lo tanto, este poblado debía contar con una administración adecuada para el control de las tierras, los indios y nuevos vecinos. Se nombró varias autoridades, alcaldes ordinarios: Juan de Ampudia y Diego de Tapia, y regidores: Pedro de Puelles, Juan de Padilla, Rodrigo Núñez, Pedro de Añasco, Alonso Hernández, Diego Martín de Utrera, Juan de Espinosa y Melchor de Valdés; todos ellos juraron ante los conquistadores cumplir a cabalidad con sus funciones.

Uno de los testigos fue el capitán Sebastián de Benalcázar, quien se encargaría de señalar los límites de la Villa, regir los asentamientos y la ocupación de solares y ejidos. Benalcázar y alrededor de 200 vecinos se establecieron en este lugar que en la “lengua de indios” era conocida como Quito. Todos estos detalles están registrados en el Acta de fundación que reposa en el Archivo Metropolitano de Historia.



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